En Salasaka se forman nuevos guías turísticos

Modesto Moreta

Trekking, paseos en bicicleta, recorridos por los lugares sagrados, hospedaje y una explicación de las bondades de las plantas medicinales. Estas opciones ofrece el Centro Turístico, Cultural y Artesanal Curindi, (sol de oro, en español), a los visitantes que llegan a la parroquia indígena Salasaka, en Tungurahua.
El proyecto turístico es impulsado desde hace un año por Lilian Jerez, de 25 años. La joven indígena decidió innovar el plan que tenía su padre de informar a los turistas que llegaban sobre el proceso del tejido de tapices y el uso de la ­cochinilla para tinturar las bayetas, una de las prendas autóctonas que visten las mujeres de la comunidad.

Esa nueva visión la adquirió mientras estudiaba Ecoturismo en la Escuela Politécnica del Chimborazo (Espoch), de donde es egresada. Esos conocimientos le ayudaron a reprogramar la oferta en su propiedad, ubicada en la vía Ambato-Baños.

Convenció a su padre de que adquiriera bicicletas, cascos y otros equipos para ofrecer caminatas por las zonas sagradas y turísticas de esta comuna, localizada a 12 kilómetros al oriente de Ambato.

“Decidí estudiar turismo porque amo la naturaleza y la aventura. Veía a mi padre que recibía a los extranjeros y me preguntaba por qué no puedo ayudar. Actualmente soy guía nacional. Mi idea es ofrecer estos nuevos servicios que antes no se daban en mi pueblo”.

Lilian habla inglés, lo que le facilita tener una buena comunicación con los extranjeros. “Los jóvenes debemos impulsar el turismo en nuestra comunidad, para eso estamos trabajado y mantenemos nuestros atuendos”.

Esta joven madre hace prácticas como guía de alta montaña en una agencia en Riobamba. Su objetivo es especializarse para ascender a las montañas del Ecuador e ir al Everest. Su hermano Javier estudia Marketing en la Universidad San Francisco de Quito y es el encargado de realizar los contactos con los turistas extranjeros. “Nos está dando resultados. Los visitantes de Estados Unidos y otros países ya están llegando”.

El giro del negocio familiar entusiasma a Andrés, padre de Javier y Lilian. Dice que es importante su labor, porque están trabajando en el rescate y valorización de las costumbres, vivencias y tradiciones del pueblo Salasaka, para que otras personas en el mundo lo conozcan. “Salasaka tiene mucho que ofrecer. El propósito es fortalecer el turismo en nuestra comunidad. Por eso los chicos están estudiando carreras afines y preparándose y aprendiendo alemán, francés, italiano e inglés”.

En esta parroquia de Tungurahua, en el momento siete jóvenes -entre graduados y estudiantes de diversas universidades- también trabajan en la promoción del turismo. Laboran en sus propios proyectos o en rutas de turismo comunitario en la parroquia.

En el museo Salasaka, ubicado en el centro poblado, presta sus servicios ocasionales Francisca Pilla. Ella se graduó en Turismo y Hotelería en la Universidad Técnica de Ambato. Conoce la historia de este pueblo y lo trasmite a los turistas durante el recorrido por los cuatro pisos del lugar.

Su impulso para seguir esta especialización es tratar de mantener el legado de sus padres y abuelos. “Lo estoy rescatando en el momento que lo transmito a las personas que vienen; eso es parte de la recuperación cultural. La idea es evitar que esto se pierda, porque es nuestro patrimonio”.

Allí se pueden conocer las fiestas ancestrales, como el Paukar Raymi, Inti Raymi y otras. Franklin Caballero, director de este contenedor, explica que los visitantes aprenden la historia que dejaron los grandes sabios de este pueblo milenario, que es contado por los jóvenes guías. Es importante su trabajo en la comunidad.

En la comunidad Guasalata, a pesar de que Jorge Caizabanda se graduó en Relaciones Políticas Internacionales labora como director y guía de un proyecto turístico comunitario. La idea es promocionar su cultura y sus sitios sagrados. 


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