De Armenia a La Asunción en bus I

Llegó diciembre y con este, la posibilidad de viajar. Decidimos aventurarnos y llegar lo más cercano al sur de Suramérica.

Compramos con anticipación los pasajes en la terminal cuyabra, para salir luego desde Santiago de Cali. Logramos cupos en un autobús "adicional" que no llenó nuestras expectativas. Estas empresas ofrecen más de lo que en últimas dan. Servicios que cumplen a medias.   

Era un directo hasta la capital peruana, Lima, cuyo nombre original fue 'Ciudad de los Reyes', la que era nuestra primera escala.

Cincuenta pasajeros, de los cuales al menos 45 se dirigían a Santiago de Chile. De estos, 5 eran venezolanos y 40 colombianos y colombianas que se iban de su tierra en busca de trabajo y bienestar en el sur del continente. 

Al llegar a Rumichaca, la frontera colombo-ecuatoriana, nos llamó la atención aparte del frío del amanecer, más de mil personas cruzándola de lado y lado. La mayoría salían de nuestro país.

Los funcionarios aduaneros no daban abasto. Mientras las instalaciones ecuatorianas son amplias y cómodas, las nuestras son deficientes. Fueron seis horas de mucha paciencia en tramitología. 

Todas las aduanas realizaban detalladas requisas en cada frontera. El trato dado por policías y militares siempre fue muy respetuoso y amable.

Con desayuno aceptable en este lado de la frontera y almuerzo ecuatoriano en un pueblo del camino, caro y muy regular, nos adentramos en el llamado departamento del Sur cuando hacia parte de la Gran Colombia.  

Pasamos bordeando desde lo alto la Ciudad de San Francisco de Quito. Alcanzando a divisar por un buen rato sus picos nevados. Cruzamos en esa parte los Andes para enrumbarnos al litoral Pacífico rumbo al sur. Fue todo un deleite paisajístico nuestro país vecino. 

El norte del Perú, la nación de los Incas, es una extensa zona árida. Bosque seco y desierto que se alternan continuamente. Siempre viajando paralelo al mar. 

Tierras poco habitadas en las que al parecer el continuo tráfico automotor va dejando su huella con sus bolsas plásticas que las convierten en interminable basurero. Sus escasas y esparcidas viviendas denotan miseria y marginalidad.   

Después de dos días de viaje, por fin encontramos una refrescante ducha y la delicia de la cocina peruana. Era Piura. Nos faltaban cerca de veinte horas para culminar el primer destino. 
Seguíamos observando el mar, unas veces más cerca que otras. Por igual continuamos por ese litoral árido del norte peruano en busca del sur. 

Llegar a esa gran ciudad, cuyo nombre actual es legado de pueblos precolombinos, fue una agradable sensación. Lima nos recibía con toda su herencia colonial, su mestizaje y sus sectores de urbe moderna.

Nos hospedamos a las puertas de la Plaza San Martín, Patrimonio de la Humanidad. Ideal para conocer lo mejor posible esta capital con mar.   

 Este viaje continuará…    

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