San Francisco y sus cambios durante 480 años

Valeria Heredia
6 de marzo de 2016 00:00
 
La plaza y el convento de San Francisco son una mezcla de tradición y belleza arquitectónica, asentada en el corazón del Centro Histórico. Los detalles de los muros, las puertas, las piedras y las figuras religiosas son algunos de los elementos que conforman este espacio patrimonial de la capital.
En los últimos días, San Francisco tomó protagonismo por la construcción de una de las 15 paradas del Metro de Quito. El hecho generó dudas en algunos habitantes y catedráticos por los posibles hallazgos que se podrían encontrar al momento de la excavación. Se barajaron hipótesis que van desde la existencia del templo de Rumiñahui o algún vestigio preincaico debajo de la plaza.

Estas versiones quedaron de lado con la prospección que se realizó semanas atrás. Estuvo a cargo de los expertos de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) con el apoyo de técnicos del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, IG-EPN.

Ante esta coyuntura es necesario conocer lo que fue y lo que es San Francisco: sus transformaciones, usos y elementos que cambiaron durante estos años.

El convento franciscano se construyó en 1536, dos años después de la Fundación Española de Quito. Tomó el nombre de San Pablo. En esa época, la plaza se adecuó con el objetivo de adoctrinar a los indígenas. Así lo relató Alfonso Ortiz, cronista de la ciudad. “Las iglesias quiteñas principales debían tener una plaza para reunir a los indígenas y enseñarles la doctrina cristiana. En estos espacios participaron en los ritos religiosos de forma masiva”, sostuvo el arquitecto.

Una gran transformación de la plaza se dio en el siglo XIX, ya que se convirtió en un mercado. La decisión estuvo a cargo del presidente Gabriel García Moreno, quien mandó a desalojar la Plaza de la Independencia de las ventas que se asentaron en ese lugar. Incluso, las corridas de toros se suspendieron en esos años.

El mercado duró unos años y se vendía todo tipo de productos. Tiempo después se buscó otro lugar para instalarlo. El objetivo es que se comercializara de manera ordenada y controlada, relató Ortiz.


“Se buscó que la plaza quedara libre para realizar otras actividades. El Cabildo había destinado que en ese espacio se colocase un monumento a Bolívar, por lo que la plaza tomó ese nombre”, explicó.

La plaza de San Francisco empezó a tomar color. Las flores y las plantas fueron algunos de los elementos que se colocaron en este espacio público. Se anexó una pileta, que fue utilizada para que los pobladores de la época recogieran agua. La pileta quedó sin utilidad cuando el líquido vital llegó a las pocas casas que se asentaron en el sector.

Otro de los elementos importantes que se instalaron fue una escultura en honor a Federico González Suárez. Se agrega que se adoquinó la plaza con piedra y los jardines fueron retirados. Se lo hizo a inicios del siglo XX.

En esta época también se registraron otros cambios. La plaza se volvió horizontal, se colocaron gradas, apareció nuevamente la pileta con un uso ornamental y se colocaron asientos de piedra. “Su aspecto fue más frío”, dijo el cronista.

La plaza de San Francisco también tuvo protagonismo en el ámbito político, ya que se convirtió en un lugar de concentraciones como la llegada de la marcha de los trabajadores, el primero de mayo.
La historia de este espacio público es parte de lo que es la ciudad, al igual que los elementos que podrían estar en el interior del suelo, ya que tienen un valor histórico. Así lo indicó Florencio Delgado, catedrático de la USFQ. “Lo que se encontró en el interior son restos que, para nosotros los arqueólogos, son importantes, por lo que es necesario que se hagan estudios y una excavación detallada”, dijo.

En esto coincidió Josefina Vásquez, arqueóloga. Para ella, los trabajos de excavación se deben realizar con antelación para proteger las 21 anomalías que se encontraron bajo la plaza durante la prospección (análisis por medio de georradar y tomografías eléctricas) y recomendó que se haga el rescate y los estudios necesarios a los hallazgos.

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